Ana irrumpió en el apartamento con cara de pocos amigos.
Luis, su novio, se encontraba en esos momentos en la sala de estar viendo la
Tv.
- ¿No tenías que estar trabajando, cariño? –preguntó él,
perplejo, mientras apagaba el aparato con el mando a distancia y se ponía en
píe.
- He salido antes para pillarte –le fulminó con la mirada.
El chico, cada vez entendía menos lo que pasaba.
- ¿Pillarme…? Si solo estaba viendo la tele y antes me he
echado la siesta.
Ella se cruzó de brazos y sonrió de forma sarcástica.
- Claro que te la has echado. Y muy bien acompañado, debo
añadir…
El chico abrió los ojos como platos y, rápidamente, se puso
a la defensiva.
- No sé lo que te habrán dicho tus amigas –dijo con voz
temblorosa –. Pero yo jamás te engañaría…
- A si…
Entonces, fue hacia la cortina que cubría el acceso a la
terraza y la abrió de golpe. El chico se quedó boquiabierto cuando su novia
dejó al descubierto a una chica en ropa interior.
Ana lo fulminó con la mirada y, sin decir una sola palabra,
fue hacia el cuarto de baño y descorrió de golpe la cortina de la ducha. Otra
chica, también en ropa interior, quedó al descubierto. Después, fue hacia el dormitorio,
abrió el armario y una tercera chica en ropa interior quedó descubierta.
Luis, totalmente perplejo, alzó las manos y se dispuso a
decir algo. Pero Ana no le dejó hablar.
- ¡Fuera de mi apartamento! –le gritó mientras le fulminaba
con los ojos.
Luis siguió intentando excusarse, pero Ana lo sacó a
empujones del apartamente, cerró la puerta de un portazo y echó la cadena. Muy
seria, se volvió hacia las tres chicas, que se encontraban reunidas en la sala
de estar.
Inesperadamente, sonrió de una forma maliciosa; sonrisa que
imitan al instante las tres chicas.
- Bien hecho, chicas. Lo habéis hecho genial. No sabía como deshacerme de ese pesado. Llevaba ya tres meses apalancado aquí y había empezado a hablar de matrimonio.
- Bien hecho, chicas. Lo habéis hecho genial. No sabía como deshacerme de ese pesado. Llevaba ya tres meses apalancado aquí y había empezado a hablar de matrimonio.
Las tres chicas fueron
hasta donde estaba ella, la rodearon y empezaron a acariciarla sensualmente.
- No ha sido muy
difícil colarnos cuando estaba durmiendo –dijo una de las chicas –. Con esos
ronquidos podría haberse colado una excavadora y ni se habría enterado –las
cuatro rieron.
Una a una, Ana besó a
las tres apasionadamente en los labios.
- Ahora, chicas, vamos
al dormitorio. Esto hay que celebrarlo como es debido…
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