UNA SELECCIÓN DE MIS RELATOS MAS ATREVIDOS

jueves, 10 de septiembre de 2015

MINI RELATOS (6): SOLOS EN CASA






Patricia salió de la ducha con su cuerpo desnudo y mojado envuelto en una toalla y entró en su cuarto mientras pensaba que iba a hacer esa noche. Sus padres estaban de viaje y no volverían hasta el día siguiente. Le hubiera gustado invitar a alguna de sus amigas, pero esa noche había estallado una gran tormenta y ninguna tenía ganas de salir.
Abrió la puerta del armario y el susto que se llevó fue tremendo cuando aquel individuo bajito con la cabeza cubierta con una máscara zombie saltó sobre ella y le clavó un puñal. Sin embargo, este no la mató, ya que era uno de esos puñales falsos con hoja retráctil que se venden en las tiendas de artículos de broma; aunque, eso sí, la dejó perdida de sangre falsa.
Furiosa, le quitó la máscara, dejando al descubierto la cabeza de Javier, su hermano pequeño, un niñato de 12 años, tres menos que ella, al que le gustaba gastarle bromas como esa cuando Halloween estaba cerca.
El chico se rió y ella le cruzó la cara de una bofetada.
- ¡Se lo voy a decir a mamá –replicó él frotándose la mejilla.
Patricia sonrió maliciosamente.
- Hazlo y le diré que te escondiste en mi armario para masturbarte viéndome desnuda. A mí me creerán, a ti no.
El chico se puso en píe de golpe.
- Mis amigos tienen razón, eres una zorra.
Ella se puso seria.
- Ahora vete a tu cuarto y de ahí no salgas hasta que yo diga o te quedarás sin ir a la fiesta de Halloween.
Furioso, pero resignado, el chica se marchó de la habitación de su hermana y se metió en la suya dando un portazo. Patricia, mientras, se volvió a duchar para quitarse la sangre falsa de encima.

Más tarde, se encontraba de nuevo en su cuarto, vestida con unas bragas y una camiseta de manga corta. Estaba tumbada en su cama con su ordenador portátil hablando por Skype con sus amigas.
Hizo una pequeña pausa y bajó a la cocina a por un refresco. Cuando regresó no dio crédito a lo que veía.
Su hermano estaba allí, junto a la cama. Volvía a tener la cabeza cubierta con la máscara de zombie y portaba un nuevo cuchillo.
- ¿Se puede saber que haces aquí? –replicó ella.
Javier, en cambio, no hizo ni dijo nada. Se quedó quieto mirándola fijamente.
- Al final le voy a tener que contar a nuestros padres que…
Entonces, un morboso pensamiento se cruzó por la mente de la chica y cambió su tono serio por una sonrisa diabólica. Fue hacia el portátil y lo cerró, luego fue hacia la puerta y también la cerró. Después, se puso frente a él con las manos en las caderas.
- Dejemos de engañarnos. Tú y yo sabemos a qué tanto empeño por colarte en mi cuarto. Está claro. Ya no eres un niño, eres un jovencito con las hormonas a cien por hora deseoso de ver desnuda a una chica como yo...
Javier siguió sin hacer ni decir nada y continuó mirándola fijamente.
- Pues sabes que –continuó ella –. Si así consigo que dejes de molestarme, voy a complacerte…
Retrocedió unos pasos y se quitó la camiseta, dejando a la vistas sus hermosos y juveniles pechos. Luego, se quitó las bragas y, completamente desnuda, se quedó frente al chico con una posición muy sexy mirándole lascivamente.
Luego se acercó a él y se inclinó.
- ¿Quieres tocarlas…?
El chico alzó una de sus temblorosas manos y, una a una, acarició sus tetas. Se le notaba cada vez más nervioso. La chica se fijó, entonces, en el bulto de su entrepierna, cada vez más grande, y lo miró con una sonrisa ya diabólica.
- Adelante. Haz lo que harías si hubieras estado espiándome desde dentro del armario. Sé lo que estás deseando…
El chico se sentó en el suelo, se bajó los pantalones del pijama y comenzó a masturbarse mientras contemplaba a Patricia, que estaba arrodillada frente a él dedicándole su sonrisa más sensual. Después de un rato, finalmente la verga del chico estalló y el semen llegó a alcanzar el torso y parte de la cara de la chica.
- Que cochino… –dijo ella traviesamente.
Javier se puso en píe subiéndose los pantalones y se fue corriendo de la habitación encerrándose de nuevo en su cuarto mientras Patricia se echaba a reír.
Tras limpiarse el semen de encima, Patricia continuó hablando con sus amigas por Skype y luego vio una película de terror antes de acostarse. Javier, por su parte, estuvo todo el tiempo encerrado en su cuarto sin dar señales de vida.


A la mañana siguiente, Javier continuó sin salir de su cuarto; ni tan siquiera bajó a desayunar. Patricia empezó a preocuparse y a pensar que, tal vez, lo de la noche anterior le había afectado demasiado. Ella, más despejada, todavía no se podía creer que hiciera aquello. ¿En que estaría pensando? Era evidente que iba a tener que tener una charla con su hermanito.
Sus padres estaban al caer, así que tenía que arreglar aquello cuanto antes. Subió las escaleras y llamó a su puerta.
- Javier, abre. Vengo a pedirte perdón. Sé que anoche me pasé.
Pero no obtuvo respuesta. Así que abrió y el alarido de terror que soltó fue enorme al contemplar el aterrador espectáculo que tenía delante. La habitación estaba llena de sangre y vísceras humanas y el descuartizado cuerpo de su hermano yacía sobre la cama.
Un ruido salió del cuarto de baño. Aterrada, fue a por el bate de baseball que escondía bajo su cama y entró allí. La ventana estaba abierta y el aire la había hecho golpear contra el marco, de ahí el ruido.
Pero eso no llamó la atención de Patricia. Lo que la impresionó fue el espejo, donde alguien había escrito con sangre:


“Estás demasiado buena para matarte...”.





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